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Para otros usos de este término/definición/cosa, véase Berberecho (desambiguación).
Los Berberechos y Mozalbetes fueron dos de las tribus muslámicas que invadieron la península ibérica, más conocida por aquel entonces como Visigordia.
Corría el año 731.4 de la era Cristiana; los Muzamán vino engañado por un folleto de vacaciones en el que salían ¡venga de suecas!, y al ver que sólo había visigordas focas y con bigote, se trajo a sus 500.000 primos muslámicos para rajar a los timadores de Halcón Viejas. Con sus buenas piernas recorrieron la península en unos 38 días, conquistando todo lo que salía a su paso.
De entre las tribus más famosas en conquistar el país podemos contar a Berberechos y Mozalbetes. No hay clase de historia de Espiña en la que no aparezcan varias veces.
Se distinguen por su distintivo olor a marisco pasado. Se abren por la mitad y te saludan con una lengüecilla asquerosa que parece un clítoris de monja. Llevan dos escudos redondos a los lados, y son prácticamente impenetrables a cualquier cosa más endeble que una cerilla.
La cultura del berberecho se sigue practicando mucho en Espiña. Para seguir estas ancestrales enseñanzas basta con bajar al bar de la esquina y pedir: "¡Pacooo! ¡Una cerveza y una de berberechooos! ¡Ya tardas, cabrón!" Indefectiblemente un personaje llamado Paco vendrá cargado con los manjares solicitados. En Cataluña y País Vasco puede que haya que currárselo algo más y hablar en lengua vernácula; el uso de las partículas Jordi y/o Iñaki puede ser obligatorio.
Por lo demás, según la provincia sólo cambiará la ranciez de los berberechos y la marca de la cerveza (Mahou, Cruzcampo, Alhambra, Estrella...). Es pecado mortal según el Muslam servir las siguientes marcas con los berberechos:
Ver también: Cultura de la Suegra
El berberecho no lucha: se cierra que no hay Dios que lo abra al hijo puta. Se le puede echar limón a cascoporro, ta rico.
Su extrema juventud les hace aparentar niños pequeños; a veces incluso criaturas de pecho, y se han visto algunos bebés empuñando la cimitarra. Por lo general llevan pantalones cortos, en algunos casos bombachos; jerseicito o chaleco; y pelucón a lo Zipi y Zape.
El mozalbete es en general inculto. Le importan tres cojones la cultura clásica, el gafapasteo y ligar con titis a base de llevarlas a ver pinícolas checas suntituladas; prefiere el tebeo de papel malo y los chicles de fresa.
A menudo dan ganas de darle una tollina por gritón; abstenerse, ver abajo en "Técnicas de lucha".
Los mozalbetes desconciertan a sus enemigos de la siguiente forma: en cuanto reciben el más mínimo golpecito empiezan a berrear como posesos. El enemigo, extrañado, protestará: "¡¡Pero si casi no le he tocao!!"; el padre del mozalbete vendrá enfadado y le propinará un sopapo, dicho con acento de Don Pantuflo Zapatilla. Vamos, que le suelta un guarrazo y lo deja en el sitio. Pocos pueblos resisten esta técnica de mierda; en general casi todo el mundo prefiere atacar por el lado de los berberechos.
Estos dos pueblos fueron un fracaso a largo plazo: la gente no los tomaba en serio, además de pinchar cruelmente a los berberechos con instrumentos afilados y sacarlos de entre sus escudos. Hoy día siguen abundando en la Costa del Sol, aunque están siendo lentamente desplazados por la almeja chilena.
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